Háblanos de las vacaciones que más te han marcado.
Diría que las vacaciones que te marcan son aquellas que uno prepara con mimo, con ilusión y llegado el día se convierten en irrealizables. Esas vacaciones vienen a recordar, a grabar a fuego como aquel que dice, que no hay más disfrute que éste, el de de aquí y ahora, que lo pasado ya es un recuerdo más o menos nítido, que puede dejar que uno aflore alguna emoción limitada entre la sonrisa de una tarde de verano frente al mar y las lágrimas vertidas tras los cristales empañados en un frío día de lluvia.
Vacaciones que te marcan son también las que se preparan sin pensar, sin darse cuenta que, uno no está programando unos días de rotura de la cotidianeidad, sino que pone tierra de por medio ante lo inhóspitos que pueden ser algunos momentos, algunos lugares, algunos personajes que se cruzan en nuestra vida. Y uno se va, huye de todo aquello que le aturde, que le corroe, y en el mismo camino de vuelta, uno ha borrado sin darse cuenta, las conversaciones con aquel camarero de Gomila, las veladas en el puerto junto al rey de la noche mallorquina, el olor de la lluvia en los viñedos de Binissalem. Todo se ha esfumado, ha sido un estar sin estar, un tiempo muerto. Al llegar a puerto, uno se da cuenta que nada se ha esfumado, que todo sigue ahí y los zorros continúan al acecho, esperando el momento de lanzarse de nuevo a la yugular y seguir descarnándote de manera gratuíta, por pura maldad humana.

Debe estar conectado para enviar un comentario.