El sol marca mi ciclo natural, las inclemencias laborales rompen esa hermosa naturalidad a la que, debo de reconocer que por pura convicción,acabo doblegandome a los caprichos del reloj ⌚. No haya mejor jornada, más llena de energía que aquella que empieza al alba, con una cafetera revoltosa que se adhiere a tu conciencia que juguetona , alarga tus fibras adormiladas, en un precalentamiento perezoso y sonriente, haciendo un guiño 😜 a la jornada diaria.

La harmonía del nuevo día ya está en marcha un sinfín de ocupaciones lo marcan y cuando llega la tarde, la sensación del trabajo completo me embarga, la cama y un buen libro 📖 me llama, para descansar la jornada, entre sábanas blancas (o verdes o azules, o de flores ❤️🧡💛💚🩵💙💜🤣😂)

Que bonito se vive en verano con los días tan largos! Mas cuando llega en invierno ☃️, habemus problema, llegan los letargos, se activa la lucha por la supervivencia, contra un reloj implacable, un sargento semana del tiempo que cada día te llama, y uno obedece sumido en la desgana, aunque siempre con la convicción, de que es el pan 🍞 lo que se gana (y la luz, el agua, la wifi, la AEAT y tarara tararí… ) Y sobretodo, la idea de que uno esta haciendo las cosas bien hechas.