Me gustaría trabajar con los sonidos del silencio, me da igual si son los famosos con copyright que aquellos que albergamos en nuestro interior pero, es imposible, es una suerte de lotería donde no estoy incluida, una especie olvidada tras la creación, al margen de las leyes de los hombres para cualquier reclamos, objetivo de las mismas para cualquier llegado es mi sonido.

A veces añoro los tiempos de mi trabajo en el almacén de Poble sec, dónde por única y constante compañía, tenía el rítmico sonido de la Olivetti, que se daba prisa durante toda la mañana para no escuchar los reclamos de la señorita Rosa, la barragana con ínfulas de novia del jefe y futura dueña del imperio. Como la odiaba la jefa madre que en gloria esté! Como la había calado!

A lo dicho, sin palabras malsonantes por favor!