Voy a tirar de hemeroteca… porque cuando uno no sale de casa se hace a su lugar tanto que, el día que le da el aire, éste le pregunta que de qué va.

Exageraciones a parte, debo confesar que son muchas la veces en que no me siento en mi sitio. Ir a una celebración del tipo boda, bautizo, comunión, siempre ha sido una ocasión… digamos… incómoda para mí. Tanta felicidad (fingida muchas veces) me subyuga de forma negativa.

Y ahora, 🥁🥁🥁lo dicho al principio, tiro de hemeroteca😜: Fue hace muchísimos años tantos que ya ni siquiera me parece algo que viví realmente. Fue un sábado por larde. Por aquel entonces yo trabajaba en una empresa donde muchos sábados trabajábamos por las mañanas con el fin de terminar alguna reparación, cobrarla, y de paso cobrar nosotros (el personal). Pues bien, en uno de estos sábados ocurrió que mi jefe tuvo que ausentarse en una reunión de trabajo que clausuró con una comida intermible en el club náutico. Yo recibí orden de una vez cerrado el negocio tras realizar mis tareas, ir con el auto del amo al lugar donde se encontraba dejarle el dinero y las llaves del coche 🚕 , para luego volver a casa en autobús 🚌. Cuando llegué al lugar, con mi cara de veintipocos y mis trapos de currita, el como yo de la entrada me cerró el paso. No pasó ni un minuto que mi novio por quel entonces, que claro, al ser sábado me acompañaba, persuadió al portero y éste nos abrió las puertas del exclusivo lugar. Ni un minuto tardamos en encontrar al jefe y sus socio-amigos. Nos invitaron a tomar algo pero evidentemente, declinamos la invitación. Curiosamente, mi acompañante había tenido algún problemilla con la justicia y entre los socios se encontraba un capitán de la guardia civil. Y en ese encuentro no fue todo ese incidente. Se incluía en la selecta reunión, un afamado torero de la época, que aprovechó la pequeña charla para intentar ligar conmigo. Y claro, se lió.