Sería una auténtica osadía compararme con Carrie Bradshaw, pero es que con el tema de los zapatos me pasa como con el de los coches, tanto que el estado de empoderamiento podría cegarme de tal forma que, podría llegar a hacer comparaciones. 

Los personajes de ficción tienen eso, no envejecen, se quedan ahí, en el más preciado momento de sus vidas, ese que la mayoría de nosotros no valoramos hasta que un día descubrimos que, aquellas personas divinas, llenas de proyectos, que andaban pisando fuerte por las calles de la gran ciudad ya no existen.  El tiempo nos transforma en otros y a pesar de ya no llevar tacones que canturreaban  acompasados a nuestro paso, damos gracias de por lo menos poder cerrar los ojos y recordar aquella época intensa y por ende, imposible de mantener por mucho tiempo.

Nunca tuve unos Manolo Blahnik, tuve primos Manolines y algún amid6 del mismo nombre;  nunca conseguí una larga cabellera rubisima porque en mi juventud poseía unos cabellos negros como el azabache;  nunca caminé por la Gran Manzana 🍏 pero si por una ciudad urbanísticamente manzaneada por Cerdà; pero zapatos… Tuve para reventar ‼️

Ahora mi colección de calzado es amplio pero ya no utilizo tacones, ahora las deportivas son las grandes protagonistas de mi elenco zapateril.  Ahora mis preferidos son unos zapatos verdes maravillosos con tacón bajo, pero, los zapatos de mi vida fueron unos de color rosa fucsia metálico.  Los compré en un tienda de zapatos que ya no existe en la calle Pelayo.

Recuerdo que decidí estrenarlos para ir a un concierto de Miguel Ríos, Rock & Ríos se llamaba el evento. Era en un campo de fútbol ⚽, que bien ‼️ pués resultó que el terreno de juego noy era de hierba sino de gravilla fina y, lamentablemente, mis divinísimos zapatos en plan Mago de Oz, salieron muy mal parados.  Por esa noche mágica y por muchas más, amé a ese par de zapatos más que a ningun otro.💓