Cuando era joven y los fines de semana íbamos todo el grupo de amigos y conocidos a la playa de Castelldefels viajábamos en tren. Re un trayecto de menos de veinte kilómetros donde el calor y la masa humana causaba estragos.  En una ocasión, una de mis amigas tuvo que ser atendida por las emergencias médicas en una de las paradas debido a un ataque de «axila perfum» de uno de los viajeros, después de unos minutos respirando bajo el ala del transpirador desconocido, ese mismo sujeto y a la vez objeto auxilió a mi amiga, tomándola en sus fuertes brazos, dignos de estibador portuario, con los que la alzó, tal que fuese pluma, a la parte alta del vagón , a la altura de las ventanillas. Aquellos viajes los soportamos porque éramos muy jóvenes y teníamos poco presupuesto, no había de otra, o viajábamos enlatados a presión o caminábamos hasta el Prat, y nos quedábamos en la playa junto al delta.

Lo mío no es el transporte público Jet. Nunca lo fue, lo siento pero ese de estar encerrado en un habitáculo relleno de congéneres me frena mucho, de hecho, paraliza totalmente cualquier epopeya transportadora en ciernes, lo que más o menos viene a decir es que para la distancia largas utilizo el coche y para las cortas mi bicicleta o mis pies. No es nada personal.

Feliz domingo 🎉