Hoy quiero confesar que ya me rompí un hueso.  Nada que  de momento me haga perder movilidad pero si un dolor que añadir a mi movimiento.

Hace unos días resbalé en el trabajó y me produje una fisura en el trocánter que me trae por la calle de la amargura. El pronóstico de curación será algo más largo de lo habitual. El hecho de no guardar reposo y no tomar antiinflamatorios contribuirán de manera importante a la dilatación del proceso de cura pero seguramente que, si ésta caída me hubiera sucedido hace cien años, las posibilidades de no volver a caminar e incluso peligrar mi vida, hubieran sido las opciones más comunes.

Igual… Fastidia bastante aunque supongo que no tanto como a Rubén, que lleva unos días de batalla con el dengue. Si me estás leyendo, quiero decirte que espero que te mejores muy pronto, amigo.

Voy a aprovechar este domingo típico de primavera, con nubes que amenazan a lo lejos y un viento que hiela el cutis, para hacer bondad y descansar mientras termino el último libro de Neimeyer que cayó en mis manos.