Tenemos hoy una meteo gris y húmeda, las nubes discuten en el cielo sobre su posicionamiento ante un posible ataque pluvial sobre estas tierras que, a día de hoy tanto se necesita. Al final, ocurrirá como siempre, no se pondrán de acuerdo sobre quien liderará los ataques y todas comenzaran la ofensiva sobre la tierra seca, llevándose a su paso todo aquello que encuentren, sin respetar lo más mínimo la vida, sea del tipo que sea.

Mientras, aquí estamos mirando ese cielo gris que no es plomizo, sino de un gris plata inquietante, como esperando que por fin llegue el sol dormido poniendo orden y evitando la hecatombe. Y ahí están ellos, ensimismados su plasma que es su todo, jugando al que se yo quien era quien, pensando que no hay más que unos centavos invertidos que producirá la gran ganancia para ellos pero no para los otros. Y quienes son los otros? Esa figura ni tan siquiera existe, como preguntar por ella. Lo que no existe, no da pena, no remueve conciencia, no ha, a nada.

Y transportados a la nada, sin caso alguno se mimetiza mientras nos miramos el ombligo, ese que un día fue la fuente de nuestra existencia y que, en en el día plateado, se convierte en algo más peligroso que el ojo de un huracán, poco a poco, de forma imperceptible para las diferentes ies, va transmutando en el gran agujero negro que terminará absorbiendo a todos y a cada uno de los que vayan quedando.

Y hasta aquí el absurdo viaje de un viernes que tira para negro y que intentaremos neutralizar limpiando y sacando brillo a la cubertería de plata (el que la tenga, claro está). Yo me quedo escuchando los aviones plateados y luego buscaré algo de Navajita Plateá, por eso de seguir con el carrete🧵🧵🧵.

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