Hace mucho tiempo que la realidad alterada no formaba parte de mi día a día. Ya no recordaba lo que era dudar de la existencia de situaciones, conversaciones e incluso, toma de decisiones. Sin haber perdido el oremus me he encontrado frontalmente con ambas realidades. Ni tan siquiera me he sobresaltado. Ambas han formado parte de mi vida sincronizadas con tal perfección que ni tan siquiera los expertos eran aptos para definir o diferenciar la existencia de ambas, ni tan siquiera, de una dualidad.
Su vuelta me ha transportado a otros lugares, a situaciones insospechadas desde el yo consciente, el del aquí y el ahora que más que un mantra o una práctica diaria, se ha transformado en mi mismo, en mi «savoir fair» ante cualquier situación, desde un movimiento involuntario y no por ello básico hasta el proceso más elaborado.
Descubrí que el revestimiento del techo no se correspondía con el habitual trazado simétrico aunque carecía de asimetría como tal. Las piezas de escayola rectangulares dimensionaban en una proporción inusual. El diseño tipo lienzo apenas se dejaba entrever bajo las sucesivas aplicaciones de pintura a lo largo de muchos años.
Y hoy, a primera vista, el mando de la televisión se convirtió en un cepillo iónico antiescrespamiento😵💫

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