Mariona Gallardo continua sin darme tregua. He intentado que me de un avance de sus cartas a Marina pero erre que erre. Quiero pensar que tiene algo que yo no llego a ver, espero que no sea grave porque la aprecio sinceramente.
Mariona Gallardo es del tipo de personas que podría echarle la culpa de todo al karma y no lo hace, si alguien tiene la culpa del curso y transcurso de su vida es ella misma. Me dice que es una manera de acabar antes. No he conocido mayor exponente del pragmatismo en un ser humano, Mariona me sorprende con cada una de sus intervenciones. Sencillamente, bárbara, Bárbara debió llamarse, va más de acuerdo con ella.
Mariona volvió a encontrarse con su amiga de la infancia muchos años después a través de las redes sociales, su amiga se abrió en canal y compartió sus confidencias más íntimas sin filtro alguno pero Mariona no fue capaz, tuvo que empezar de nuevo, le costó retomar la confianza, le cuesta y mucho relacionarse. Una vez lo consigue, todo bien.
Todo bien, como este sábado que amaneció bárbaro y se tornó tormentoso, enrareciendo a las personas que por el viajan. Hay doctores que no quieren relacionar los cambios que produce el tiempo en las personas, otros parece que lo aceptan o por lo menos lo hacen ver -quizá por aquello del no discutir y/o no exponerse a una purga atómica por parte del enfermo y su familia.
A Mariona le afecta y mucho, los días grises y fríos la paralizan, muestran su lado más oscuro, en ocasiones aterrador incluso para ella misma. Es valiente, de las personas más valientes que conozco pero, muy, muy temerosa de ella misma.

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