Los días que pasan como hoy, a estas horas la mejor opción es el silencio ☺️.
Hoy ha sido un lunes donde se ha disfrutado de todo lo bueno y se ha padecido todo lo malo. Las ocupaciones de la mañana pueden ir perfectas pero si alguien a quien estimas, que es muy importante para ti, está pasando por el dolor de su vida, uno no está bien. Lleva su éxito, su buen hacer, con una amplia sonrisa mientras su mente zozobra, está en otro lugar. Mira el teléfono a menudo y está pendiente de responder con palabras de alivio a la persona que sufre.
Y llega la hora del almuerzo y come, pero no es capaz de disfrutar de la comida, le es imposible no pensar en lo mal que está aquella persona que estima y que se encuentra seguramente, ante el dolor más grande de su vida. Y llora, llora por dentro, no sabe si por dolor o por impotencia. Esa impotencia que uno siente cuando sabe de cierto que no puede hacer nada, que aquello que ha de pasar pasará, con su preocupación o sin ella, que es lo único que puede aportar.
Al final del día, un silencio invade la estancia, todos o casi todos han marchado y antes de apagar el ordenador se tapa la cara y suspira. Hoy ya no le quedan fuerzas para gritar y eso, un grito que sacara el dolor del mundo, sería quizá lo único que permitiría respirar hondo, a pulmón abierto, y seguir adelante.

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