Me hice amiga de una compañera del instituto que vivía en la Ciudad Cooperativa. No era buena estudiante y nadie quería hacer trabajos grupales con ella. De hecho, conmigo, después de lo ocurrido tampoco nadie quería, me había convertido en una apestada social, solamente hablaban conmigo los profesores y creo que era porque no tenían más remedio. Con ese panorama no me fue difícil emparejarme con ella para el siguiente trabajo. Quedamos en su casa. Mi padre me llevó con el coche y aprovechó para visitar a unos parientes mientras yo hacía el trabajo en casa de mi compañera de clase. Le dije a mi padre que en un par de horas estaría lista, él me dio escrito en un papel el número de teléfono de los parientes para que llamase al terminar y él pasaría a buscarme.

Cuando entré en la habitación de mi compañera, ella tenía dispuesta la mesa de escritorio para empezar a trabajar, yo, saqué de mi cartera el trabajo terminado. Ella me sonrió, parecía haberlo presagiado. “Vamos a ir a por esos cabrones”, me dijo. Yo quedé sorprendida, creí que era una trampa, después de todo, mis agresores eran de su pueblo, ella sabía quienes eran, que movimientos hacían. Siguió hablando: “Los tengo controlados, he quedado con ellos en una casa donde a veces se hacen fiestas. Les he preparado una sorpresa.” Mi cara debió transmutar de manera extraña, ella me preguntó si no quería vengarme, yo en ese momento, por primera vez en mucho tiempo, volví a sentir. Sentí tanto miedo que empecé a dudar sobre si realmente quería vengarme. Mi compañera siguió hablando; “Si no quieres, no pasa nada. Yo me voy a vengar por ti, por mí y por otras tantas anónimas que han sufrido las agresiones de esos asquerosos. Van de angelitos, tienen a los mayores engañados, pero los jóvenes, los que salimos a la calle, sea a bailar, a pasear o a comprar tabaco, sabemos lo que hay. Procuramos no cruzarnos con ellos. A mi metieron en un coche que robaron en Cornellá, o eso me pareció que decían, me subieron a la fuerza un viernes a la salida de la estación, al volver de clase. Me llevaron a la orilla del río y me quitaron la ropa. Me lanzaron al Llobregat junto con mi mochila cargada de libros.

Continuará