Por fin termina el mes más largo y escarpado, ese enero en el que a diario hay que apretar la mandíbula, respirar hondo y caminar a paso firme por el sendero estrecho.
Es lo que toca en estos tiempos, no es necesario que estemos en enero, hay muchos que llevan años, quizás toda una siempre, viviendo cuesta arriba y sin protección, porque se abrieron al mundo con la otra crisis -la de los ochenta- y es la segunda vez que viven los cerrojazos, la evasión fortuita tras algún polvo y el desencanto ante la propia existencia.
Ahora ya los pájaros no visitan al psiquiatra, no les queda tiempo.
https://www.youtube.com/watch?v=D4ZFfN7R2Nw
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