Quien me iba a decir a estas alturas de la película que, como en la canción de Pedro Navaja, la vida me da sorpresas. Cuanto tiempo ha pasado Jet? Un año? Un año que ha pasado en un tres y no res 😇 sin responder tus estímulos a lo recalcati. Te doy las gracias Jet, de corazón. No puedes imaginar la ilusión que me ha hecho en este año tal malérrimo que llevamos. Aunque sea una tontería pero, es gratificante escaparse de la cotidianiedad que nos agarra con fuerza. En cierto modo, uno se libera.

No sé si viviríamos mejor o peor, yo nací en tiempos pretéritos pero ya inmersos en lo que podríamos denominar psedotecnología, un boomer casi in extremis, pero boomer al fin y al cabo, de los que desde el minuto uno miraban el televisor y escuchaban la radio, de los de la Braun minipimer y la olla Laster, de aquellos que no entendieron todavía los beneficios de la Termomix y que dan gracias a lo más grande, por no haber compartido su adolescencia en la redes sociales.

Siempre pienso lo mismo, me volví carca, quizá siempre lo fui. Hablo de mi bienquerida relatividad de las cosas. Qué buena la tecnología para facilitarnos la existencia, qué mala cuando nos desentrena de la propia vida y nos convierte en atrezzo de un juego

Hoy solamente quería compartir con vosotros el bonito relato con aroma de café del periodista Ángel Gómez pero como a Jet nos ofreció un estímulo, no pude sino responderle en un reclamo de franca y grata cortesía. Creo que será considerado ofrecerle a Jet, junto a todos ustedes, el relato de Ángel, que esta ocasión nos acerca al mar, al más próximo, al que dentro del gran mar le llaman de la Frau, donde es tradición la pesca del calamar y donde año tras año, muchos de nosotros estamos atentos a las 15.15 para escuchar el disparo al cielo y sentir el viento en nuestros huesos. Os dejo en buenas manos. Besos.