Al final la maldita relatividad de las cosas parece aplicarse absolutamente a todo, incluso a las dependencias, a todo aquello que disfruto, a lo que me hace sentir bien pero se equivoca en algo, no todo lo que disfruto me hace sentir bien. Las horas de ejercicio físico hacen que uno se sienta bien pero, si en los descansos se aprovecha para preparar los temas pendientes, quizá no es tan bueno. Como la canción, todo, absolutamente todo, depende.

Los temas pendientes no son una jodida meta de año nuevo. Hoy ya es día 26 de enero y ya empiezan a heder los buenos propósitos tras finalizar las fiestas. Vuelvo a repetir, hoy es 26 de enero, día muy importante, hoy es el día de la mundial de la educación ambiental pero no voy a hablar de eso aunque si voy a enlazarlo con el aniversario de una de mejores amigas, que es ingeniera ambiental, hoy deja las dos sillitas y entra de lleno en la mitad de la cuarentena. Ella no se lo puede creer pese a tener dos hijos adolescentes. Ella es pura luz y el paso del tiempo no consigue hacer mella en ella. Esta mañana la agenda me recordó que la felicitase, pese a tenerla en mente siempre, por alguna razón nunca recuerdo felicitarla, me sabe mal. Volvemos al día de hoy, 26 de enero, en 1641 tuvo lugar la batalla de Montjuic, durante muchos años en mi ciudad, Castelao cayó en el olvido -es de lo más sutil que ocurre en un cambio político, que te cambien el nombre de una calle, aunque en este caso no sé que le conjuntaba peor al régimen- y en el régimen nació la rubia, otra de mis amigas, superviviente nata, luchadora de pro y… también me puse chivato en el móvil, para recordar que debía felicitarla, aunque ella es del tipo de personas que se merecen felicitaciones a diario, toda una ídola de oro. Por último, ese pasado que no existe pero que deja marca, como las batallas, como los regímenes, esa marca indeleble en el lugar que un día hubo corazón, no sé si vive o no pero ahí sigue instalado, en el lugar que sin querer entrar lo hizo y el punto de dolor sin saberlo predijo. Va por tí, hermano del alma.

Ese apareció sin esperarlo, como lo bueno y lo malo, tras intentar volver a las andadas, ponerme al día, retomar mi vida olvidada pero verdadera, mía. Y ahora la maquinaria está en marcha, tarde, pero con buena dicha, sola, este oficio funciona así, en soledad y a poder ser en silencio, solo con el sonido de las teclas y como el paso del agua.