Durante los día previos, todos preguntan, todos quieren saber si vamos a estar en el puesto de trabajo para dar el servicio. A los clientes no les importa nada más. Y uno debes abstenerse de preguntarle que va ha hacer él, y respondemos de manera educada nuestras intenciones respetando las diferentes opciones escogidas por los compañeros.
En las conversaciones entre compañeros, por suerte, no existe el egoismo del cliente que casi de manera febril, defiende su derecho al servicio, como si de una cuestión de vida o muerte se tratase; entre nosostros, valoramos lo que a nosotros, que estamos en el worlds’ass, puede repercutirnos, y no hay más que cien euros, porque total, ni tan siquiera tenemos la posiblilidad de jugarnos a los chinos quien haría los servicios mínimos, porque ya los hacemos todo el año.
Y lo peor de todo esto, no es la infrasituación a la que poco a poco estamos llegando la clase trabajadora, sino el convencimiento de que esta huelga no va a servir absolutamente para nada.
Lo único que no sirve para nada es precisamente eso: NO HACER NADA.
Hacer huelga es decir a los gobernantes que están gobernando en contra de los intereses de los trabajadores. Todo por el pueblo, pero sin el pueblo.
¡A LAS BARRICADAS!, eso es lo que merecen.
Me alegro de leerte Aliana.
Tienes toda la razón. Pero ¿Cómo contagiar la idea de manera que sea efectiva? El estado de… -en cualquiera de mis entradas supongo que diría «desamor», pero aquí, si lo llamo desesperanza, tendría la impresión de que todo está perdido, y yo, quiero pensar que en algún momento vamos a salir de este letargo, de esta postración en la que andamos instalados tras, para algunos, durante estos años todo parecía algo más fácil…
Salu2