CONFESIONES AJENAS CON, PEDRO BASARES

Sentado en un banco de la estación de Sants un hombre esperaba el tranvía. Llevaba puesto un sobrio abrigo gris de piel de camello, bajo este unos Levi’s clásicos y un pulover azul a juego. Unos sebagos a ras de suelo y un sombrero gris marengo, son la cota de su altura. Lee a Cela.
Al otro extremo del andén, un hombre rubio, por su palidez parecía albino, ataviado de un chándal verde y negro con las deportivas a juego, se despereza ajeno al ajetreo del lugar.
Al cabo de de diez minutos aproximadamente, hace su entrada en la estación un cercanías procedente de Mataró completamente atestado. Ambos hombres suben al tren, cada uno por un extremo. Los comienzan a caminar por el convoy, intercalándose de manera casi milagrosa entre la gente que hacinada que continua viaje hasta el centro de la ciudad. El vagón central parece estar algo más despejado y es allí donde caminan con la esperanza de encontrar asiento libre, uno para continuar con su lectura, otro para hacer lo propio con los mensajes de Morfeo.
Ambos coinciden al interceptar dos asientos libres en la plataforma.
Yo me bajo en la próxima -le dice el del chándal al del abrigo- si quiere siéntese usted al lado de la ventana.
Gracias por el detalle caballero, pero también me apeo en la siguiente parada.
¿En el apeadero? ¿Vive usted allí?- preguntó curioso el del chándal.
Si, en el apeadero, pero no, no vivo allí, mi novia trabaja en la zona y voy a buscarla -le explicó al hombre del chándal.
¡Qué casualidad! -replica el del chándal- a mi también me espera mi mujer. Bueno, la verdad es que no lo sabe.
¿No sabe que le está esperando?
Bueno… Estamos en plena crisis de los cuarenta… quiero sorprenderla, usted sabe… ¿no cree usted en eso?
Pues la verdad, siempre creí que estas afirmaciones eran cosas de mujeres, aunque ahora, tengo mis dudas…
Verá, yo creo que todas las crisis tienen una edad. Puedo confesarle, amigo desconocido…
Perdone, me llamo Pedro, Pedro Basares ¿y usted?
Encantado de conocerle, soy Nicolas Atienza.
Atienza… me suena mucho ese nombre. ¡Claro! -exclama suspirando mientras mira hacia arriba- Fíjese, mi primer amor, allá por los tiempos del instituto, se apellidaba Atienza. A lo mejor son ustedes familia…
Pues no sé, ¿Dónde estudió usted Nicolas?
No soy de aquí, estudié en el Instituto San Francisco de Asís en Villanueva de la Torre, del 80 al 85.
¡No puede ser! -dijo el del chándal completamente atónito- Allí y en esas fechas, estudié yo.
De repente, el hombre del abrigo se levanta sin decir nada. El hombre del chándal se le alerta.
Pero, ¿dónde va? Si todavía quedan un par de minutos, no tenga usted tanta prisa en levantarse que la curva de la salida del túnel es muy mala.
Extrañado, se levantó del asiento y sale tras su reciente amigo. Al cambiar de vagón, lo confunde entre la gente y aún sin saber porqué, lo sigue buscando. Ve su rostro sudoroso entre masa humana que concurre el habitáculo, lo aborda y le pregunta, ya cambiando el tono y el tratamiento.
¿Era tu hermana?
No, soy yo, le contesta contundente. Mi madre me vestía como una niña.
Empezaban a verse las luces del apeadero.
Al marchar el tren, dos mujeres esperaban sentadas en el anden, una elegantemente vestida y otra en ropa deportiva. Como siempre, no había sorpresa. Ellas sabían que era el último tren.
Ellos continuaron en el tren, tenían todo un tren de cosas que contarse…

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Acerca de Mechas Poval

Lamari Poval, Escritora salouense nacida en Barcelona. Multifacética en aficiones y destrezas, bloguera desde el año 2006. Aunque el oficio con el cual uno llena su despensa no sea el de escribir, si uno se levanta por la mañana pensando en escribir y es feliz cuando escribe, es escritor. Actualmente expone sus creaciones en "El racó de Mechas", de Mechas Poval y "Con un par" de Lamari Pujol. Publicaciones: UN RELATO PARA OSCAR, 2012, ed. Puntorojo MI HERMANO KEVIN,2013,ed.Vivelibro CUANDO LA MARACA SUENA,2014,ed,Amazon kindle CRÍMENES DE ASFALTO, TIERRA Y MAR, 2019, ed Vivelibro
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