Escuché a una eminencia en la psiquiatría que hablaba de todo lo que nos está pasando, de la crisis en general. Me pareció entender que tendremos que acabar de romperlo todo para empezar de nuevo. Sentí que la lucha para salir es en vano.
El señor se encontraba en un sillón, con un gato pardo que le rondaba y debía rondar los ochenta años. Mi pregunta, o digamos mi reflexión es: Por una parte, esta sociedad, la nuestra, que ha perdido -está perdiendo o acabando de perder- muchos de los pilares básicos. Nuestra modernidad nos ha hecho prescindir en pro de todo aquello que se paga con dinero, y es así por feo que suene. Eso quiere decir que si ahora el dinero se acaba, nuestros principios se extinguen ¿no es así?
Pero, que siempre hay un pero. Pese a todo lo perdido, sin perder el respeto a la eminencia, ¿es lo mismo ver y vivir -luchar- des de la cercanía al fin? Justamente, esa falta de proximidad y nuestro intrínseco derecho humano a errar ¿no nos permite seguir lucha aunque no nos lleve a nada? ¿Es que al final debemos dar la total razón a aquellos desesperanzados, y no dar la última pelea? Por una vez a lo mejor, deberíamos portarnos como guerreros y seguir luchando hasta el último aliento, donde entonces si, se extinguen las esperanzas, y todo lo demás.
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