Hace tantos días que no me sincero… ¡ya empiezo con las mentiras!
Hace tantos días que no ordeno en un papel ni de manera virtual todo aquello que la vida me está mostrando últimamente que, debo hacer un recuento de enseñanzas y reflexiones, a modo de acto de contrición. En esta calurosa mañana de julio, en la que cualquier gesto provoca una fatiga que casi podría calificarse de congénita, intento recuperar lo que se pueda, porque lo que acontece, tiene el mismo problema que el sueño, que ya nunca se recupera, por mucho que uno de vueltas a las cosas o duerma. Eso es algo que muchos sabemos, igual que cualquiera de nosotros puede dar fe de que el día que vivimos hoy, no volverá a presentarse en nuestras vidas. En estos momentoso, como casi siempre que escribo, me acompaña una sonata de piano -para escribir he de reconocer que mi mejor fondo es el silencio absoluto, pero a falta de él, es bonito ver como los acordes de piano rompen el sonido incesante de los autos en la carretera cercana.
Esta misma mañana, mientras me dedicaba a otros menesteres, escuchaba a David Bowie mientras un dulce recuerdo -uno de los más de mi perra vida, por no decir el que más, y aclaro que lo de el que más, es porque con los recuerdos y los momentos, mientras que uno sigue aquí, ocurre lo mismo que con las copas, que uno siempre decide tomarse la penúltima, porque finalizar, parece que cierra el ciclo, que llama al mal fario- Me perdí. Me perdí con tanta aclaración del mismo modo que esta misma mañana lo hice en esos recuerdos que hicieron esbozar en mi rostro una dulce sonrisa. Por un momento parece que la ley de la atracción ha provocado ese momento: hace un par de días, de alguna manera ocurrió que en el CD del auto sonó algo inusual, Los Chunguitos empezaron a cantar “La paya”, “Mañana”,y alguna que otra con especial significado.
Hoy, si con el Bowie sonreía era porque esa extraña mezcla, de apariencia a todas luces inverosímil, pasó por mi vida de manera fugaz y a la vez profunda, dando a mi persona una luz jamás conseguida, quizá la fuerza de esa luz, fue la que cortó aquella fuente de manera súbita y sin explicación, dejándome de nuevo en la sórdida realidad que acostumbro a hacer gala.
Y bueno, ahora parece que de nuevo, poco a poco, me reconcilio con el papel, acto que en el fondo, no es más que un reflejo de la propia reconciliación con la vida.
Pues tambien tendría algo positivo la mañana.
Por que un minuto en la vida no se vive dos veces.
Saludos.
Tienes mucha razón…
Saludos