La verdad es que mi silencio, en esta ocasión, no es como otras veces, aquellas en las que digo o creo estar en el dique seco. En estos momento no solamente estoy aprovechando el disfrute de este verano húmedo y caluroso -seguro estarán pensando que estoy un poco p’allá, y yo no voy a ser quien les lleve la contraria, ya que mi trabajo me tiene tan entrenada que me resulta imposible, y de la misma forma que en él, les daré la explicación ya que en mi siempre humilde opinión, todo aquel que escucha -o en su defecto lee- tiene derecho a una explicación, siendo libre éste, de escucharla o no, y si es el caso, asimilarla.-

Se preguntaran como puedo decir que disfruto de este verano pegajoso y somnoliento que nos ha tocado vivir. Justamente ahí, está la explicación, en vivir, en el inmenso disfrute que supone la vida, por perra y desgraciada que en ocasiones a muchos de nosotros se nos presente. Por mala que sea, siempre es mejor que acabar, que a uno le pongan el pijama de pino y le obliguen a dormir el sueño eterno. Pues lo dicho, que si tengo que pelearme con las moscas, pues tendré a mano mi arsenal de destrucción masiva, básicamente compuesto por armas químicas y mecánicas, y de manera ocasional, haciendo honor a ese verderismo político que alguna vez he presumido, le cojo prestado algún jazmín al vecino, que por aquello de los bancos, parece que anda en paradero desconocido.

Siguiendo donde me encontraba antes de mi mini oda ensayista a la vida, diré que estoy aprovechado las calores para aumentar mis conocimientos mundanos, leyendo algunos libros de moda -para poder opinar en cualquier café o caña que se precie, para no pecar de desinformada, de analfabeta en las últimas tendencias en novela…

También estoy dedicando gran parte de mi tiempo libre en escuchar, y válgame Dios que estoy aprendiendo, que estoy acumulado historias para escribir un par de libros…

Aquí viene cuando lo matan… algunos de mis interlocutores me han explicado episodios de tal crueldad que me resulta duro transcribirlos, hacer una historia creíble y que transmita la sinceridad suficiente como para poder ser leída.

Algunas de esas atroces historias pasaron hace años, muchos años, y marcaron a sus protagonistas para el resto de sus vidas. Han continuado viviendo, haciendo camino, y algunos de ellos no ha sido hasta ahora, con algún detonante pasajero, que han sacado a flote aquello que dentro de sí los estrangulaba de manera feroz. Supongo que por la crudeza de todo ello, tengo la necesidad de darme algo más de tiempo para digerir toda ese nueva información. De momento, lo único positivo ante el mal rato de escuchar, de ver revivir experiencias más que traumáticas por sus protagonistas, es la sensación de alivio en sus miradas, el abrazo o el beso que tras la escondida confesión he recibido. Eso me dice que ha valido la pena y que, tengo que continuar aquí, para lo que convenga, siempre que esté a mi alcance.

Mientras, en la soledad de la madrugada, los sueños se hacen dueños de mi, y ya en la mañana, tras el desayuno, procuro recordarlos ante el papel y revivir de manera consciente esa otra vida mía, que aveces se presenta tanto o más real que la que con ojos abiertos percibo, con tal fuerza ésta, que en ocasiones la duda me asalta y no sé cual de ellas, es la correcta.

SILENCIO ESTIVAL