Me ha costado decidirme por alguna vida dentro del desamor. La deliberación ante tal cantidad de candidatos ha sido harto complicada, tanto que me vi en la necesidad de crear una base de criterios de selección con tal de ayudarme en la criba argumental de mis próximas vidas, que como siempre, acogeré en una íntima primera persona para poder deleitarme de manera estelar, en el sufrimiento que carcome lo más profundo de una existencia ante la falta de aquello que más se añora.
Somos muchos los que conocemos ese modus vivendi que consiste en guardar estratégicamente y a buen recaudo todas nuestras miserias, eso no es novedad. A una gran mayoría, que no a todos, nos incomoda enormemente que incluso las personas más próximas a nosotros conozcan algunos episodios de nuestra vida de los que no estamos precisamente orgullosos. Realmente eso no es precisamente lo que podríamos decir un problema grave. El verdadero problema reside en que sea uno mismo el que autoesconde, se obliga a no recordar, y se autoconvence de que aquella cosa o tal otra, nunca pasó. Y no me refiero aquí solamente a hechos concretos, sino a esas cicatrices, esas marcas que quedan registradas en nuestras almas, a modo de daño colateral, que ignoramos, pretendiendo con ellos eludir ¡qué digo eludir! Negar su existencia. Y ¿qué ocurre con ello? Es fácil suponer que no basta con negar para borrar. Justamente es lo contrario: hay que ser consciente del daño para por lo menos jugar con la posibilidad de superarlo. Uno puede mentir al mundo toda la vida, aunque algunos lo consiguen, pero nadie, absolutamente nadie, puede mentirse a si mismo.
¿Qué ocurrió, reina del baile? ¿Dónde quedan todos tus logros? ¿De qué ha servido tanta demostración de fuerza, de hacer que nada de afecta, de aferrarte al rol de reina de la fiesta en todos los aspectos?
Recién has entrado en la treintena, ¿y qué tienes? ¿Para que fuiste la primera de tu promoción? ¿Para que te metiste en política? ¿Para que querer el control de tu equipo de natación? ¿Para qué te presentas a todo? ¿De qué te sirve trabajar a contrareloj en ese buffette de pueblo, creyéndote que eres una triunfadora? ¿Qué quieres demostrar con esa vida a velocidad suicida? ¿Lo que vales? Venga ya… lo de reina de la fiesta mejor lo dejamos de lado, voy a dejar de autoflagelarme.
A la hora de la verdad, cuando he querido algo serio en mi vida, me ha dado con su trasero en la cara mientras seguía con su vida, justo esa misma que llevaba yo y que creí haber finiquitado. ¿Y los amigos? ¿Dónde los has dejado? No te sigas mintiendo, no tienes amigos.
¿Y tu familia? Será que no tienes… no te engañes. ¿con quién pasaste la última navidad? ¿Recuerdas que te dijo tu madre? ¡Ai tu madre! Tu querías ser igual que ella.
Nos vamos aproximando. Dejó a tu padre. Lo dejó sin vosotros. Esquilmó sus propiedades.
¿Y cuando te llamó esta navidad que hiciste? Ni le cogiste el teléfono.
Empieza por ahí, y ganarás eso que buscas, que creías haber conquistado, y que te ha dado una patada en la boca.
¡TRIUNFADORA! ¡REINA!