Una de las teorías que más me gustó en mis tiempos de estudiante de psicología, fue sin lugar a dudas la que se tomó como origen de la psicología científica, me refiero a las teorías de Wundt sobre la introspección. Si que para muchos todo eso ha quedado como un tema más dentro de la historia de la psicología, pero en mi caso, es un tema que se repite y aplica a menudo, siempre con alguna melodía que por alguna razón se convierte en una puerta mágica que me transporta a un lugar y a un tiempo diferente al que usualmente me encuentro. En ocasiones lo siento tan real, que dudo si es este espacio y no otro, donde realmente desenvuelvo mi existencia. Hay veces en que los recuerdos afloran de forma tan real que mi piel se eriza sin motivo aparente. Es entonces, justo en esos momentos, cuando desaparece mi ser más terrenal, ese que muestro a diario, y entro en el otro lado, el cual, lejos de vivirlo como algo volátil, me devuelve al lugar de donde un día salí y quizá un día vuelva, aunque solo sea para dejarlo de nuevo y para siempre, dejando la duda de si realmente pasó o jamás salí de allí y es ahora cuando mi vida no es la que creo.
Por un instante inmensurable, escuché la banda sonora de los perros callejeros; junto con ella, reviví la violencia en unas calles que permanecían indelebles al paso del tiempo, violencia a golpe de tirón y con redoble de neumático de coche robado que se da a la fuga; mi amigo Carlos, incombustible, que al igual que yo, veía como la heroína se llevaba lo mejor de nuestra generación, aquellos que en el extrarradio no lograban dar a sus vidas el giro soñado, los que buscaban más allá del día a día, los que tenían sueños imposibles y que ahora estarían conseguidos; los fantasmas de turno que creían vivir por encima del resto, los que no vivían más que vidas ajenas, los miedosos, los extremadamente prudentes, en fín, todo un sociológico, digno de ser visitado mientras las especies luchaban por salir, unos con orgullo de clase, otros renegando de su estirpe, estos doblemente desgraciados, por ser pobres y por carecer del orgullo de la raza, ese que siempre admiré en aquellos que lo poseen.
¡Por mi libertad y por todos aquellos que viven la amistad para siempre!