Me resulta terriblemente inoportuno en estos días, hablar de ciertas cosas que en otro momento me habrían resultado relevantes. En estos momentos, no es que desestime hablar de frivolidades, y no me vale un “no procede”. Es que la realidad, la misma de siempre, esa que parece haber cambiado aunque no es cierto y no nos podemos llevar a engaños, es la misma, entonces ¿que es lo que ha cambiado?
No dudo a la hora de afirmar que lo que ha cambiado es nuestra percepción. En algún momento, ha habido un punto de inflexión en nuestra trayectoria vital y ha significado un fuerte cataclismo en nuestros valores hasta ese momento. Y digo valores sencillamente para no herir a nadie y teniendo la seguridad de que aquel que se sienta aludido no se sienta herido ante la afirmación, si no que más bien asienta, dando la razón a estas palabras.
Ese cataclismo al que me refiero, ha removido nuestra conciencia y me gustaría explicarlo con un sencillo ejemplo: Un pequeño terremoto ha sacudido nuestra localidad y nuestros muebles y enseres se han desplazado de su lugar habitual. Resultado del movimiento, algunos cajones y algunas puertas se han abierto levantando una nube de polvo. Cuando nos hemos dado por hecho -craso error- que todo ha pasado, nos hemos dispuesto a poner orden en nuestra casa. En ese justo momento nos hemos dado cuenta de que una gran cantidad de objetos inútiles ocupaban nuestro espacio, que no éramos ni conscientes de su existencia, que no hemos utilizamos jamás y que ni tan siquiera recordamos el momento en el que llegaron a nuestros armarios.
En la cadena de errores son muchos que a pesar de cualquier movimiento, siguen adheridos a ellos, no acabo de diferenciar si es por afán de notoriedad o sencillamente porque no son capaces de percibir señal alguna, actúan como errores de la raza humana en si misma y sacan lo peor de ella, otros sin embargo, han aprovechado para replantearse el momento.
Salud!