Hoy es un 8 de marzo de confusión, donde el verdadero fin ha pasado a un segundo plano, donde ha tomado protagonismo el dilema existente entre el sentido común y otro mucho más instintivo, desviando la verdadera razón por la que este día existe, como hoy día existen otros tantos, porque lo de un “día internacional de”, ha terminado en convertirse en el pan nuestro de cada día y, lamentablemente esta situación repetitiva y hasta cansina, ha conseguido que las fechas realmente importantes, esas que deberían formar parte del ncálogo del buen funcionamiento universal, de ese que debe estar presente en nuestro hacer los trescientos sesenta y cinco días del año, pase inadvertido y lo que no sé si es peor, ninguneado.
Hoy toca reivindicar a las mujeres, y a la importancia de su lugar en el mundo.
Hoy se reivindica un lugar igualitario en la sociedad, lo que quiere decir a todos los niveles, hoy no es el día de politizar, sino de reclamar, de exigir una igualdad que desgraciadamente se está diluyendo entre antiguos convencionalismos y controvertidos radicalismos, que flaco favor hacen a la verdadera situación, que no representan al grueso social del universo femenino, ese que se encuentra por encima, de ideas políticas, convencionalismos sociales, ese que nos hace más grandes, porque está dentro de cada una de nosotras y que es el que desde nuestro día a día, debemos transmitir.
Hoy no es día de desordenar pensamientos, sino de trabajar desde cada una de nosotras, hacia el equilibrio, hacia la verdadera equidad.
Hoy es el día de no olvidar, de tener presente que ha situaciones que no se deben repetir, y quizá, dadas las circunstancias, de reflexionar hacia dentro sobre el significado de sobrevivir o de seguir teniendo derecho al pataleo después de muertas.
Y ahí lo dejo… si, mejor.
