¿Qué que te llevó a escribir? Te llevó a escribir la desesperación y a la vez las ganas irresistibles de seguir hacia delante, de no caer en el pozo de la depresión, en el abismo que te invita a desaparecer en sus entrañas.
¿Qué llevaba a aquel chiquillo a contar que era rico? Que tenía muchos juguetes, que su padre estaba de viaje por el mundo… cuando lo cierto era que su padre estaba en la cárcel o se ha ido con otra mujer…quien sabe ¿Qué llevaba a aquel chiquillo a contar que tenía una bonita habitación repleta de juguetes, cuando compartía sus sueños con su abuela, que, aunque ya no era un bebé, lo seguía acunando, no diferenciándose si el cariño era muy grande o el espacio muy chico… Era pura supervivencia.
Desde bien pronto nos inventamos historias para sobrellevar la vida que nos toca y no nos gusta, y es que los niños son conscientes de las cosas, no les falta entendimiento, solamente necesitan aprendizaje, ese que nunca debemos arrumbar, y es que nos parecemos mucho a las ratas Skinner, aprendemos de los golpes que nos da la vida.
Las teorías a todo esto van cambiando como una moda, lo que hoy es bueno mañana no sirve, parecido a lo que ocurre con los políticos que, un día son considerados los mesías de las naciones y al día siguiente son demonios, verdaderos capos del hampa.
Ahora todo el mundo quiere ser positivo, convertir la perfección en algo cotidiano en la vida de cualquier humano que se precie.
Quizá porque pertenecemos a olas duales, que oscilan entre imperios de ideas, nos decantamos por todo aquello mesurable, aunque no hay duda que los resultados estadísticos son fieles súbditos de la interpretación, que se dejan solícitos, moldear por quien explica la historia.
Al final, todo tiene la posibilidad de ser real como las riquezas materiales de las que presumía aquel chiquillo ante sus compañeros de escuela. La fiabilidad no deja de ser más que un espejismo, una idea moldeada individualmente para alcanzar la propia felicidad.
Hacemos humor con cosas que en realidad no lo tienen, pero edulcoramos y tragamos, lo tomamos así y acabamos por creer nuestras propias invenciones para seguir hacia delante, para continuar viviendo.
A muchos los lleva a escribir ¡ay no sé yo! Si un día alguien lo lee y le anima y le dije que lo haces bien y que lo presente a un editor y vuelve a caer más bajo todavía porque realmente trabajo no tiene ese objetivo, ni se ha hecho con esa razón, se escribe por algo más importante que el dinero, para seguir viviendo. Crearnos una vida que nos guste para poder soportar la propia, como hace la mayoría de los mortales, aunque pocos tengan el valor de reconocerlo y algunos de manera tan enfermiza que no son conscientes de ello, porque si vamos a lo de poner conciencia como siempre, una cosa es que lo uno se crea, que es una mentira y otra que simplemente la crea para que le guste más su vida, pero sin miedo, teniendo la certeza de que es algo que uno he creado para que sí, para que su vida se haga más llevadera, no creyéndolo totalmente.
Como la ilusión de los espejos donde uno elige su mejor versión, pero siempre consciente de la realidad, de que esa visión no es más que una ilusión y además momentánea, pasajera.
