¿Tienes alguna colección?
De melodías que impregnan mis momentos y extraen mis sentimientos tengo unas pocas, unas pocas muchas, tantas que durante un tiempo estuve trabajando en una colección de relatos con una melodía de trasfondo.
En un día gris como es el día de hoy, uno mira a través de los cristales impregnados de lágrimas celestiales que reptan hacia el precipicio oscuro, mientras Simone me recuerda que está lloviendo, como si no fuese más que evidente y me rompe el alma al decirme que me ama.
Más tarde, se escucha de fondo una sinfonía de tintes tecnos, donde desde su país, las hadas elevan tu suspiro a la enésima potencia, que consiguen una explosión humana y personal, de lágrimas y sudor tras el sexo.
No muy lejos de allí, al otro lado de la ciudad, unos niños juegan entre los arbustos mojados, estiran de lo que parece una mochila, demasiado peso, dan la vuelta y se arrastran agazapados entre los matorrales que delimitan la antigua cantera. Allí abajo, al fondo del precipicio, son ya tres los cuerpos que descansan: el adolescente desaparecido hace unos días que se precipitó al vacío dejando arriba sus pertenencias y ahora, los chicos que hace un momento jugaban entre las ginestas secas le hacen compañía, inmóviles, carentes de vida.
Y si en lugar del acantilado es un mal de amor el que se desquita con el destino, el coleccionista de canciones es tu himno.
