Siempre necesité el ejercicio físico, y  durante mi vida he ido incorporando y desincorporando diferentes actividades, acomodándome a las necesidades del momento.
Algunas veces, sobretodo hace muchos años, la práctica del deporte estaba condiciona por cuestiones que ahora no hay;  ahora hay otras, ni mejores ni peores, diferentes.
Siempre mi primera opción fue la natación, la piscina es parte importante de mi vida aunque hubo un tiempo que tuve que prescindir de ella y también salí adelante.

Escucho a diario en boca de muchas personas que nadar es un aburrimiento.  Y a pesar de mi amor por el agua, lo entiendo.
Yo disfruto cada brazada, cada patada, cada apnea.  Muy lejos en el tiempo quedaron los retos de velocidad, el perfeccionamiento de cada movimiento.
Ahora es más un trabajo básicamente terapéutico que he convertido en toda una delicia.  Siento el agua salada desplazarse a lo largo de mi piel mientras me estiro en cada alcance.  He añadido un elemento imprescindible para olvidarme de respirar sobre el agua, el tubo frontal se ha convertido en mi principal aliado para ello.
También incorporé hace ya algunos años, el mp3 acuático, todo un hito en la práctica.  La música se convierte en toda una guía de motricidad y de motivación, me invade por completo.  Junto con el agua forman el aderezo perfecto para conquistarme a diario, como un amor que no desea que marches. Para mí, mucho más que divertido.  Fascinante.