Haciendo referencia a la belleza de mi nuevo doctor, me encontré ante el desafortunado comentario de turno, de un turno que desde hace mucho siempre es el mismo. Lo encontré desafortunado y si en su momento lo contesté, fue sencillamente, porqué el no hacerlo, podría haberse tomado como una ofensa, y si algo no deseo en esta vida, es ofender a nadie, y en su defecto generalizado, que nadie se sienta ofendido por mi causa.
Quizás sea una de esas "ventajas de la veteranía", aunque si estas comillas las definiese la adversaria en cuestión, posiblemente hablaríamos de "fábulas del espejo sucio" "cuentos que te crees para ser feliz".
Todavía no entiendo que tiene que ver la idea de pensar en que una rubia joven nos sustituya, con que el doctor tenga un aire con el novio de Anita Obregón.
Supongo que todo depende en esta vida de quien eres, lo que pretendes, de aquello que consigues y todo lo que un día te arrebatan.
Quizás porque alguna vez tuve mucho más de lo que jamás esperé, nada me cae como jarro de agua fría.
Quizás porque nunca necesité ser rubia, ni medir un metro ochenta, ni tener unas piernas de vértigo.
Quizás porque nada es para siempre, y yo lo asumí sin todavía haber empezado a vivir…
No es conformismo, no. Es otra cosa…
Jamás necesité llamarme Escarlata, me sobró con el nombre de todas las mujeres…