Debería sentirme como Peter Pam, eternamente niño, al descubrir que ese
señor vestido de rojo con barba blanca, vino a hacerme un regalo.
Pero la verdad, es que aunque me digan desagradecido, prefiero que según que
tipo de regalo, se abstengan de hacérmelos.
Bastante tengo con soportar la Navidad, las aglomeraciones en los comercios,
la epidemia de consumo abusivo y tener turno hasta bien acabada la cena.
Papa Noel llegó y me dijo que quería hablar conmigo. Como era en mi
lugar de trabajo tuve que atenderlo, porque este señor a veces es de conducta
temeraria, se de buena tinta que en alguna ocasión se le han chamuscado los
pantalones por entrar en alguna chimenea sin apagar. Justamente hoy,
después de salir de una de esas chimeneas, en un edificio muy cerca de mi
trabajo, se fue al edificio colindante para seguir el reparto de regalos.
Al entrar en la escalera, para ir algo más rápido, decidió deslizarse por la
barandilla y como su pantalón venía con una chispa sin apagar de la última
chimenea, incendió toda la escalera, provocando el pánico entre los vecinos del
inmueble. Gracias a Dios, no ha habido víctimas, pero del susto en el
cuerpo, no se ha librado nadie.
Y ahora llega a mi trabajo, como si no hubiese pasado nada, diciendo que
tiene un regalo para mí. Por un momento me recordó a Isabel Gemio.
Si me hubiese abordado en la calle, le doy esquinazo, pero aquí, no tuve más
remedio que atenderlo. He vendido una habitación, pago al contado y sin
desayuno, porque dice que saldrá pronto en la mañana. Como la mayoría de
los "powding guest", dijo que venía a ducharse, descansar un poco y
continuar su viaje.
Al cabo de 10 minutos bajó duchado y perfumado de Heno de Pravia, y me
preguntó si me gustaría cenar con el esta noche.
No tuve que pensar la respuesta, desde un rotundo No que no necesitaba
pensar hasta la más delicada de las excusas, podía responderle en el momento,
pero parecía saberlo y siguió hablando sin dar lugar a mi respuesta. Me
dijo así:
"Como soy bastante más viejo que tu, voy a permitirme tutearte.
Me han dicho que eres de ese tipo de personas que no soportas la navidad.
Pero parece que estas algo malhumorado porque durante estos días no podrás
disfrutar de ninguna de las comidas con tu familia. Aunque digas que te
da igual y pretendas auto conformarte, no puedes.
Quieres convencerte porque crees que serás más feliz, y lamento contradecirte,
pero no es así. Das de lado a las fiestas porque no quieres pensar en
alguien. En alguien que ya no está y que, aunque hace tiempo, no aceptas
que ha marchado. No quieres aceptar que nunca volverá.
No debes sentirte culpable. Aquella estrella fugaz fue solo eso.
Un cuerpo celeste más. Quizás era su alma, pero no era más que su
destino. Algo que tú no puedes cambiar. Está escrito. Feliz
Navidad.
Salió a la calle y ya no volvió. Continuó su viaje.