Escribir para vivir.


No sé en que momento de mi vida empecé la terapia. Tengo cuadernos guardados desde que era una adolescente. Algunas personas que me conocen o que en otro tiempo me conocieron, seguro me tienen por persona de palabra fácil, habladora, en el colegio era de las que muchas veces copié mil veces «No debo hablar en clase»; Por eso, son mucho los que creen conocerme.

¡Quan lista es la gente! ¿Qué saben de mi?

De mi la conversación siempre es baladí. En mi idilio con el papel es algo más real, pero no del todo cierta. Y es que lo que siento no consigue salir nunca del corazón. Y se me ha hecho grande, gratnde de tanto sentir y no dar nada, y se me está desquebrajando de la presión contenida en él.

Tuve suerte al descubrir el reconfortede la escritura. Mis cuadernos de apuntes, aveces a modo de diario, se convirtieron en una bálbula de escape de todo aquello que sentía y que era incapaz de transmitir. Y seguí escribiendo. Y un día decidí empezar a poner un poco de orden en todo aquello, y escribí mi primera colección de relatos que nunca publiqué, como es natural. Algunos amigos los leyeron, a unos les gustaron más, a otros menos. Aquella colección de trece relatos explicaban trece historias de amor acabadas hacía muchos años, a modo de epílogo. Y la terapia funcionó un tiempo. Pero todavía quedaba mucho por sacar y era incapaz. Hace un tiempo, después de años en el dique seco, decidí empezar con otro relato, pero todo se complicó y cuando quise darme cuenta, tenía el armazón de una pequeña novela en mi escritorio. Y todo empezó a fluir de dentro de mi y yo empecé a sentirme algo más tranquila. Pero hay capítulos en que el pudor me impide sacar lo que siento. Al observar esto, me dí cuenta lo importante que todo aquello era para mi. Y me volví a cerrar, y me cuesta la misma vida abrir de nuevo el odeté y continuar explicando. Y total, al fin y al cabo no es más que una ficción. Pero me duele, porque es mía, la siento yo, la creo yo, y como soy muy egoísta, no la quiero dejar escapar de mí, aunque se que me hace bien.

Y bueno, prefiero seguir muriendo en mi veneno, sin salpicar a nadie, aunque también me cueste.

Mi corazón se encuentra en estado de ebullición permanente mientras me dedico a autodestruirme en silencio, sin que se note, para mañana volver de nuevo al trabajo, como si no ocurriese nada, como si estos días solo hubiesen sido unas vacaciones más, aunque la realidad es muy diferente. No sé lo que siento, no puedo salir de la manera en que me encuentro, sintiendo que no siento, viviendo lo que no me toca, sin entender, sin que me entienda nadie, como si fuese una niña que recién empiez vivir, sabiendo que ya lo viví todo y que en el fondo sé, que la vida me dió más de lo que nunca pedí, pero nunca me dió nada que yo desease de verdad, o quizás, nunca he deseado nada, porque jamás sentí el derecho de desear.

Y mi corazón necesita una tirita, una tirita muy grande, como la Puerta de Alcalá, para seguir conteniendo, todo esto que siento.

 

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Acerca de Mechas Poval

Lamari Poval, Escritora salouense nacida en Barcelona. Multifacética en aficiones y destrezas, bloguera desde el año 2006. Aunque el oficio con el cual uno llena su despensa no sea el de escribir, si uno se levanta por la mañana pensando en escribir y es feliz cuando escribe, es escritor. Actualmente expone sus creaciones en "El racó de Mechas", de Mechas Poval y "Con un par" de Lamari Pujol. Publicaciones: UN RELATO PARA OSCAR, 2012, ed. Puntorojo MI HERMANO KEVIN,2013,ed.Vivelibro CUANDO LA MARACA SUENA,2014,ed,Amazon kindle CRÍMENES DE ASFALTO, TIERRA Y MAR, 2019, ed Vivelibro
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