Otra vez sola, recreada en este estado natural convertido por costumbre en estatus de mi vita. Otra vez, preguntándome en que momento hice mal tan atroz que no acabo de pagar en esta, mi dilatada vida. Otra vez alborotada y sola, con la única compañía de cuatro lágrimas negras que nacen en mi alma y desembocan en mis fríos labios.
Otra vez compartiendo con la página en blanco por ser tal mi pobreza de no tener nadie con quien compartir mi sinsabor.
Y otra vez, respirando hondo, haciendo caso omiso, oídos sordos a los latidos de este corazón, que pese al dolor, se resiste a ir muriendo, de una forma o de otra, que continúa dando batalla a esta vida complicada que para bien o para mal, me tocó llevar.
Todo un día de mujer florero, hinchando su ego a cambio de nada. Ni tan siquiera unas migajas de lo que en el día fue pasando a modo de juego de héroes para unos, de muñecas rotas para el resto.
Restos de una misma que como siempre, se recomponen cada mañana con la esperanza de que la vida me de un poquito, de aquello que todos los humanos por derecho poseen, y que no sé porqué razón, a mí, desde siempre, se me sigue negando…