Y ahí los tenía a los dos, los dos compañeros, uno compañero amigo, el otro compañero amante. Y yo sentía paz en aquel momento, fue después, tarde, como siempre, cuando sentí morirme por dentro. Y me preguntaba y me contestaba. Y me sentía mal por ello. Era mi sueño.
Y me di cuenta que los dos sabían mucho de mí, y caer en ello me dio miedo.
Y ese miedo me gustaba, me hacía latir, me hacía vivir.
Y eso es entre nosotros, ellos, no deben ni pueden saberlo.