Sigo viviendo en uno de esos lugares donde muchos ciudadanos son esclavos del miedo.
Las calles son como todas. La gente, heterogénea. El caciquismo local, desde tiempos inmemoriables, no tiene límites.
Parece imposible que dentro de nuestra civilizada “sociedad occidental”, en la vieja Europa, exista esto, pero es así.
Aquí la mayoría de los ciudadanos tienen miedo a las represalias de hacendados y gobernantes.
Los gobernantes, aprovechan el miedo y su conocimiento en tretas legales para rodearse de todos aquellos afines a sus ideas, a todos aquellos que bien podrían ser llamados los lacayos del siglo veintiuno, si uno es benevolente con ellos, o los siervos del siglo veintiuno, si decidimos llamarlos por su nombre con crudeza.
Y no sería digno de mención, pues cada uno es muy libre de adorar, votar o dejarse vapulear por quien quiera, sino existiese el hecho que para ejercer dichos menesteres, los de arriba, los que rigen las reglas del juego, dan previo pago a su servicio, machacando al resto. Sin dejar rastro, sin prueba alguna….
Y nadie se atreve a levantar la voz. Algunos valientes, se han alzado con una nota en un diario local, nota que al día siguiente, aún siendo verdad, ha sido desmentida en otros diarios, invitando en público, de manera afable, a la reflexión, a la rectificación; avisando en privado que esto no quedará así, que tendrá consecuencias…
Y todos ven las irregularidades, pero no se atreven a decirlo en voz alta, tienen miedo a la represalia. El trabajo es muy importante, uno no puede arriesgarse a perderlo…
Y es más fácil que crean que somos tontos a que nos fulminen con cualquier escaramuza legal de cariz maquiavélico.
Y cuesta mantenerse callado, pero es el pan el que está en juego, y como único consuelo ante el atropello, la consulta del refranero, o en su defecto, hacer balance de la historia y aplicar los ciclos, esperando que lleguen.
Y mientras, sabiendo que uno no es más que el capricho de un pérfido siervo, hay que esperar en silencio, sin trabajo, a que éste surja o, a que los que son, vuelen.
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