Son muchas las veces que alguien próximo, bajo la capa de un buen consejo, no hace más que dar palos al agua dentro de nuestro mar de dudas particular, aveces muy desacertados, tanto que, llegado el momento, un mediocre de esos que, creo que ayer, llamé cacho de carne, por ponerles algún nombre más o menos gráfico, nada más, pasa con el abono dichoso, -el que se tapa con la capa- a efectuar una importante contribución en el proceso de putrefacción del individuo. Y es que por ahí es escuchado desde tiempos ha -¿o tiempos a?, que no hay nadie más peligroso que aquel que no tiene nada que perder ¿o es mentira? No hace falta ni pensarlo, tenemos ejemplos en muchas vertientes de la vida. Pero bueno, ahora no es el caso. Ahora es más intimista, más o menos. ¿No se dió cuenta que aquello de que Dios los cría y ellos se juntan se dice por algo? Hay afinidades que no tienen desperdicio, unas por buena simbiosis, otras porque sencillamente, dan asco, por decir algo. A ver, ¿qué autoridad puede tener alguien para aconsejar, para guiar, si se trata de una persona que no es capaz ni tan siquiera de tener una vida propia? Alguien que vale tan poco, que nadie ni tan siquiera los que en algún momento estuvieron a su lado, llegado el momento de la separación, sintieron ni remotamente, la necesidad de una triste explicación, y es que el crédito estaba tan bajo…
Alguien que para que la gente no dude de su grandeza, nos grita a los cuatro vientos lo bueno que es, la iniciativa que tiene ¿Quien verdaderamente bueno, necesita decirlo de si mismo como carta de presentación?
Esos movimientos solo alivian su maltrecho y engañado ego, pero a los demás no, aunque algunos, todavía se dejan manipular sin darse cuenta que aquellos, solo quieren reconstruir en vida ajena, lo que ellos mismos un día perdieron, y acostumbrados de fábrica a salirse con la suya, no ponen reparo en los métodos, que digamos de paso, para ellos, no son más que derechos -”adquiridos”, o sea, una mezcla entre el “porque yo lo valgo” y “tu eres mía”.
Y que decir, a este tipo de individuos, tolerancia zero, como la cocacola, y sin miedo, no dejarles seguir creyendo que son los reyes de la fiesta.
como muy bien dices llega el momento en que uno mismo dice hasta aquí he llegado, no me dejo guiar, mandar, manejar más por otras personas. Somos fuertes y tenemos que demostrarlo, gracias a Dios que tenemos personas que nos ayudan y nos hacer ver las cosas con más ojos y sin el tupido velo que muchos hemos tenido.
Ha llegado el momento de decir como la canción » és inútil continuar».