Hoy seré breve.
El hecho de tener un esquema de vida distinto, y posiblemente equidistante del que yo gasto y con el cual me encuentro muy a gusto, no quiere decir que no me agrade otro diferente.
Y no es una cuestión de tolerancia, ni tampoco de solidaridad, ni tan siquiera de eso tan intrínseco que llevo con mi ego siempre y de lo cual alardeo a menudo, aquel “No lo hago por ti, lo hago por mi.”
Es sencillamente una cuestión de admiración, y es que seguramente, es que las personas que nos gustamos a nosotras mismas, tenemos dado un paso bastante grande en pro de la búsqueda de elementos de admiración en nuestros semejantes.
Y es que si existen cosas que no valen dinero, es porque nadie tiene el suficiente para comprarlas.