Aun cuando la distancia no existe, ella y yo somos muy diferentes, tanto como la noche y el día, así como la muerte y la vida.
Una está enlodada por la muerte, otra inundada por la vida, una no espera nada y a manos llenas recibe, la otra espera, desespera y pasan los días y no llega…
El tiempo como siempre, pasa irremisible, para la una, mientras que la otra perdió la noción del mismo cuando todavía no tenía todo.
Una es la equidad y el sosiego, la otra la fuerza y el deseo, una vive sin sentir, la otra siente, pero muy dentro. Una tiene un músculo que late en el pecho, la otra, una bomba que en cualquier momento explota. Una no discute y simplifica, la otra se debate ante ella misma.
Y mientras ambas toman café, una mira al suelo mientras lo saborea, la otra al cielo, mientras sueña en aquellos ojos que pese a la ausencia, nunca dejó de ver.
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Muy bueno, un poco irreverente como casi siempre
No lo dejes
Un abrazo