Siguiendo inmersos en ese aura latente, primaveral y universal, me viene a la cabeza uno de los refranes más populares de nuestro ancho vocabulario: “Nunca llueve al gusto de todos”, o lo que igual que afirmar que aquello que resulta placentero para algunos, puede ser desagradable para otros.
Y es ahí, en ese punto, donde la universalidad de la que en estos días hacemos gala, desvanece tal cual arena entre nuestros dedos, dejando poco más que un haz de dudas a cargos de nuestros propios fueros, haciéndose caudillo de tal encrespada situación esa duda existencial que a muchos nos persigue, desde el principio de los tiempos hasta la eternidad.
Y es que si muchos somos partícipes de opiniones del tipo: “Cada uno es dueño de su vida”, “Trato a los demás como me gustaría que me tratasen a mí”, o, “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”, pero pese a ello, como ninguno de nosotros es el dueño del conocimiento, aunque lo asuma, no siempre tenemos esa respuesta a modo de eseoese, que nos salve de alguno de estos. Me encantaría tener esa respuesta, que podríamos llamar por decirle de algún modo, elegante; esa respuesta que no va a dar lugar interpretaciones erróneas ni a situaciones embarazosas. Pero eso es una consideración utópica, prácticamente imposible de conseguir.
Tengo un amigo que siempre recrimina esa manía manía mía de llevarme bien con todo el mundo, me avisa que con ello podría encontrarme con más de un delicado dilema sin necesidad, y quizá tenga, razón, pero soy persona de retos y como de muchos es bien sabido, si hay alguna fidelidad que no quebranto, aunque aveces, como ahora, me dé algún que otro calentadero de cabeza, es la de ser fiel a mis principios, y si debo continuar luchando en pro del equilibrio perdido, ahí estaré; y si lo debo conseguir sin tomar partido, por ello trabajaré; y si alguien confunde saber con opinar, yo digo que el conocimiento no obliga opinión; y si alguno es tan sublime que está por encima de todo esto, pues no sé si felicitar-lo o compadecerme de él, porque ese tipo de matices no están incluidos en mis esquemas.
Y es que para juzgar, en las audiencias están los jueces, y el el cielo, el jefe superior.