Esta mañana me entretuve bucleando nuevamente mientras buceaba en las pozas del condado. He de decir que justamente cuando ando en estos menesteres, acostumbro hacer la lista del Mercadona, para que nadie diga, por si preguntan, digo, y por aquello de ese plan Be que tanto me gusta tener de reserva, que pierdo el tiempo.
Pues bueno, sin irme ni una vez más por los cerros o por las profundidades, diré que dividí a modo de estereotipo humano, un individuo, en tres partes: cerebro, corazón y hormonas.
Mi primera pregunta brotó de manera súbita y espontánea: ¿Quién puede demostrar de manera oficial u oficiosa que esto sea o no así? Como mucho, podríamos llegar a abalar la hipótesis a mediante algunos resultados favorables, extraídos de algún estudio de población aleatorio a modo de encuesta, pero aunque dicho estudio, corroborara de manera positiva la afirmación, siempre quedaría la duda ante la posibilidad que que los datos, no fueran exactos o fiables. Y no hablo en este momento de una posible manipulación de los mismos, sino de la veracidad de los datos en sí, y si todavía apunto más fino, podría dejar de lado el leve punto de vista mal intencionado que está emergiendo en este momento, -podríamos hablar de falsedad en los datos por parte de los encuestados , variable importante a tener en cuenta, no hay duda- si no que hablo de la influencia: La realidad es que desde que se tiene consciencia de nuestra existencia, lo único que da es que la cabeza -ese seny que se escucha por aquí, y que podríamos llamar “entendederas”, es parte importante, fundamental, dentro del funcionamiento, aunque no hay que dejar de pensar que, el uso de cualquiera de ellas, en exceso, puede resultar muy peligroso. Y cuando hablo de exceso, no hablo de cantidad de veces, sino de porcentaje, de saturación, de densidad, ya que de esta forma, una cualidad deja sin espacio a la otra y a la vez, en su condensación espacial, hace que sus componentes pierdan libertad y se sientan incómodos, pudiendo anular el funcionamiento de la otra, pudiendo hacer perder alguna otra parte fundamental, dando lugar a exteriorizar fenómenos no deseados, molestos para ambos lados.
Si llegado el momento, toda esta ebullición, este desbarajuste, consigue extramurar los contenedores, escapar de la frontera natural que nos limita, que nos permite en cierto modo, no separarnos, pero quizás si diferenciarnos, por lo menos a la vista de los ojos humanos, lo que es a nuestros entender, volátil. Y es que seguramente, todo está dentro de nosotros mismos, y es que en realidad, no somos más que materia de distinta densidad.
Imagino por un momento, la visión de un rostro, visto por Monet o transgredido por Warthol, marcando todas las características y diferenciando de manera casi reivindicativa, pues… así.
Todo esto para decir que de la misma forma vivimos, con más extremos o con menos, en la búsqueda constante del equilibrio, siempre loable, aunque no por ello, siempre existan seres perfectos, tanto que son incapaces de vivir por si solos y recurren al lodo ajeno para tapar su propia porquería.
Y mientras, alguien canta Tatuaje…