Naturalmente que no me suicidé. Si me hubiese suicidado no estaría escribiendo ésto, no estaría viviendo esto.
Y es que en mi humilde y posiblemente desafortunada opinión, el hecho de suicidarse no solamente tiene unos requisitos que no todos tenemos, no basta, como para morirse en general, que solamente sea necesario estar vivo, se requiere, entre otras cosas, aunque quizás sea lo más importante, una carencia, si, justamente lo que se necesita es la ausencia, la falta de apego a la vida. Aunque aveces, un traspaso de esta guisa no depende desgraciadamente de eso.
Cuando uno no tiene ganas de vivir, difícilmente tendrá razones o las buscará para quedarse aquí, si no hay ganas, poco se puede hacer más que alargar esta agonía permanente con fármacos que le devuelvan de manera artificial la facultad de no querer irse, y en el momento que pasa el efecto, la guardia se baja, el sujeto en cuestión tiene estudiado ese ángulo sin visión por donde escapar de esa prisión que para él es el hecho de estar vivo.
Coquetear con la muerte es algo que muchos hacen durante toda su vida, unas veces por despecho ante la vida misma, otras, para demostrar -¿qué tienen que demostrar? Su arrojo, su valor.
En fin, ya lo decía Serrat describiendo a la aristocracia del barrio, “ha de haber gente pa todo”, el barrio no es más que una pequeña muestra, y en lo de la gente pa todo sigo, en los que cometen la futilidad, la indecencia, de poner excusas al suicidio por las formas en si mismas: Afirmaciones del tipo: “Por la ventana no me tiro que puedo quedar desfigurado” , “Delante del tren no me pongo para que no me destroce” “Por las costas no, que lo mismo no me encuentran” “Con los barbitúricos y venenos en general puede ocurrir no tomar la dosis adecuada y quedar todavía peor que estábamos”
Pero… ¿Qué hay peor que no estar? ¿qué puede ser peor que dejar de existir? No hay situación que sea peor que no vivir ninguna, por mala que esta sea, hay que plantarle cara a todo, A TODO, no existe, salud, dinero ni amor, que valga más que la vida propia, y si es ella, la muerte, la que directamente nos propone un flirt, sin encogimientos, como dijo el Ché: “Más vale morir de pie, que vivir arrodillado”, así, con un par, y sin excusas.
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