Son muchos los problemas que constantemente hacen presencia en nuestro día a día, a lo largo de toda nuestra vida. Y es que, por mayúsculos que estos sean no son más que parte del guión que escribe nuestra vida y hay que aceptarlos de la manera más natural, siendo todo lo práctico que nuestras características individuales nos permitan y procurando, por graves que éstos sean o que a nosotros nos lo parezca, evitar en lo posible, caer en dramatismos innecesarios y puestas en escena barrocas, fuera de lugar, que no hacen, sino que, aumentar las dimensiones, haciéndolos parecer o realmente convertirlos, en un problemas de mayor envergadura.
La verdad es que siento que lo escrito en el párrafo anterior no da ningún nuevo matiz o luz diferente a tema de afrontar las pruebas a las cuales la vida nos somete. En mi opinión, el problema por antonomasia, en estos tiempos, no es todo eso que hablan los periódicos, y que no voy a mencionar, por lo menos, hoy y aquí. El problema, con letras mayúsculas, PROBLEMA, -no el de Arjona, aunque bien podríamos hacer una parodia con el estribillo “el problema es que es conmigo”, en lugar de “es contigo”- es que tienen -tenemos- todos aquellos que todavía no se han dado cuenta quien son y cual es su lugar en esta sociedad. Este insignificante detalle, baladí para la gran mayoría, es el gran culpable de la mayoría de las infelicidades y frustraciones personales. La falta de ubicación personal, desde un principio, se convierte en responsable ya que la creación de falsas expectativas sobre uno mismo y la, llamémosle, “creación de universos paralelos”, convierte a la gente en la mayoría de los casos en personas que aunque bien, hayan creado y vivan en ese espacio a medida, más tarde o más temprano, acaben teniendo un contacto con la realidad y reciban un impacto, a veces de consecuencias desagradables. Y es que las personas, nos guste más o menos, somos entes sociales y no podemos evitar el contacto con el entorno por malo que nos parezca. Todavía es mayor el problema si nos referimos a personas que, además de vivir en un universo a medida, pretenden que el resto de la concurrencia comulgue con su doctrina – ¿he dicho ya que en ningún momento hablo de lo que habla todo el mundo? Que no lo olvide nadie, que lo de hoy no es solo una opinión sobre hoy, sino por episodios que ocurren desde que la vida es vida.
El hecho de no conocer nuestro lugar es parte indispensable del conocimiento de nosotros mismos y por lo mismo, este desconocimiento nos aleja de ese derecho que las personas tenemos por derecho, no hablo de derecho legal, sino del derecho natural, de la Libertad.
Ojo con confundir términos, no se puede obviar que la libertad de uno no es ilimitada, hay que conocer su límite, y saber que éste, siempre termina justo donde empieza la libertad de nuestros semejantes.
Os dejo con Arjona,