La dificultad de la espera empieza a hacerse insoportable en los últimos días. La sensación de que todo se ralentiza se apodera de cada instante convirtiéndolo en infinito, cualidad ésta, muy satisfactoria si el momento en cuestión es de deleite.
Ante la constante búsqueda en que la vida podría describirse en pocas palabras, es ahora cuando más intento caminar hacia lo placentero sin dejar, eso sí, de tener mis orondos pies en la tierra y mi cabeza en completamente ordenada.
Considero estos dos anclajes fundamentales a la hora de embarcarse en cualquier aventura vital que se precie. ¡Qué sería de esa aventura si uno no tuviese la capacidad de recordarla! Sería desolador, el espacio dejado atrás en el tiempo habría quedado calmo, vacío tras el paso de la existencia, dando lugar a la duda magna, aquella que nos haría la pregunta de si todo realmente existió o solamente fue un sueño.