El tema de la violencia de género está tan a la orden del día como nuestra maltrecha economía o la honradez de las clases dirigentes.
Como me encuentro ubicada mi pequeño rincón, será del primer tema el objeto de mi pequeña reflexión. Si que es verdad que no acostumbro a hacer leña del árbol caído, pero en estos últimos días, una serie de acontecimientos y vivencias han levantado una pequeña ampolla en mi -para algunos malogrado, para otros grande, ego-
Todo empezó con la conversación mantenida con mi primo, ese que, como el primo de muchos, ves de evento en evento – entiéndase por evento: bautizo, comunión, boda, o funeral- o para aclararte la tamaña metedura de pata que es tu vida. Si bien su información me mantuvo en un supuesto Off durante unos días -y digo supuesto porque las ocultas fibras sensibles que me componen- pasado el periodo de ingestión, efectuaron una profunda digestión que me aportó nutrientes suficientes para generar una nueva energía que me acompaña estos días.
Un par de días después del… llamémosle… evento informativo, un nuevo foco de interés surgió en la oscura puesta en escena. Durante una conversación de esas que tanto me gustan, entre cafés y croasants, el tema es un curso que la empresa nos ofrece sobre la violencia de género. La compañera encargada de asistir, no acaba de encontrar la utilidad del enfoque que se da al tema. He aprovechado para explicar por encima y de manera impersonal el caso de marras. Ambas entendemos que no basta con un teléfono de denuncia, sino que hay que buscar fórmulas que erradiquen esa lacra desde la raíz, en ambos sentidos. Y es que una formación que afiance la personalidad es fundamental. Una educación basada en el respeto que empiece en uno mismo es fundamental, a partir de ahí, todo es más fácil. A eso se puede añadir que algo, aunque poco, ha avanzado la sociedad en estos temas.
Pero no puede obviarse la realidad, y es que, como siempre digo, esto, como todo, pasa desde que el mundo es mundo, y aunque las costumbres y las leyes cambien, la esencia del ser humano siempre es la misma, y desgraciadamente, siempre existirán indivídu@s que confundan la obsesión con la pasión, el poseer con el querer y que para más inri, respondan a sus miedos y carencias, con burda violencia.
Acostumbro cada maana buscar posts para pasar un buen rato leyendo y de esta forma me he tropezado vuestro articulo. La verdad me ha gustado la web y pienso volver para seguir pasando buenos momentos.