MI HERMANO KEVIN YA TIENE EDICIÓN DE PAPEL.
Compañeros y amigos,
Hoy estoy como aquel que dice, casi de manera literal, y si no es así es solamente porque esta fascitis plantar que me acompaña me está matando, saltando en una pata, o en las dos. Estoy feliz, tengo los pies en la tierra pese al momento, no olvido que la felicidad es un instante, una sucesión de momentos, como muy largo. Y es que la felicidad como los males, no podrían ser de cien años, no habría quien los soportase. Presumo que un estado de felicidad permanente sería un aburrimiento tal que la gente moriría por ello, como si de una tragedia se tratase. Seguramente hay muchas deficiencias en mi existencia -como en la de todo el mundo, supongo o creo suponer- por aquello de «pragmatizar» la vida, o quizás por aquello otro que nos recuerda el Evangelio, ese que en gran parte quedó grabado en mi memoria a sangre y fuego: «No es más rico el que más tiene sino el que menos necesita» .
Y bueno, dicho ésto, explicar el momento: Tengo entre mis manos a Mi hermano Kevin, una pequeña obra que jamás ni en sueños había visto publicada ni en formato electrónico y menos todavía en papel. Y ahora, la tengo aquí, y estoy contemplando esa escalera que para mi significa lo cuesta arriba que se emperra en ponerse la vida aveces. Y yo, feliz y a contracorriente, como siempre. Creo que ahora prepararé un booktrailer, aunque sea a lo Juan Palomo. Disfruto con las pequeñas cosas, sobretodo con aquellas que te brinda la vida, esas que hace uno y que no se pagan con dinero, aunque no sean perfectas ni provoquen la felicidad en sí.
A lo mejor un día me canso de ver los amaneceres o de escuchar el sonido de las olas del mar en la pasarela de camino de ronda que dibuja la parte más salvaje y abrupta de la costa. Entonces, seguramente, estaré muerta.