Mientras llega el día D y la hora Hache, paso mi tiempo libre, -que de menos está decir que es muy poquito, de verdad, de verdad de la buena- leyendo «Cuentos brutos». Es un título muy apropiado para estas fechas, y apto para cualquier momento de la vida de cualquiera, sea cual sea su característica de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
No quiero levantar ampollas, sé que en estos momentos mentar la constitución es material harto sensible. Dicen que las tanquetas del ejército -no las del chiste de la china- corretean alegres por las carreteras del principado y que parece ser que la opinión internacional mira con lupa esta vez, al contrario que al territorio de la reina, al antiguo imperio, aquel que durante un tiempo, no vio ponerse el sol más que en las vidas segadas para tal capricho.
No hay duda que somos un país de chiste y que gracias a esta vergonzosa característica, tomada en sentido opuesto, continuamos ahí, en la brecha, aguantando carros, carretas y carretones, en todos los estamentos, desde valientes a mártires y viceversa, un doble juego lingüístico como el de las chacinas, buenos chorizos y muchos, para todos los gustos.
Me está gustando el libro de Josep, y cuando lo termine, si todavía tenemos derecho a expresión y pataleo, le daré tu espacio con todos los honores, como a todos esos grandes que solo conocemos nosotros, -los frikis de los blogs y de la autopublicación- me han dicho hoy. La verdad es que no me he sentido ofendida con la comparación, de muchos como nosotros, se ha hablado después de muertos, de muchos no considerados, infravalorados o ignorados, se ha echado mano en un momento dado, a modo de eslabón perdido, descarriado, irrisorio, canalla, rebelde, irreverente, descarriado y a la vez, pieza importante.
Quizá en un tiempo, todo se recoloque y los juicios tomen sus valores ancestrales, aquellos que un día fueron comunes e importantes y que contribuyeron de forma importante a ser lo que cuanto menos, quisimos ser. Siempre todo, no hay que olvidarlo, en un doble sentido, como el de ese bilingüismo natural, sin edulcorar y sin pecado, el mío -y el de muchos como yo- donde la brutícia es suciedad y necedad, como esa que nos gobierna.
Besos.
Muchas gracias por dedicarle un tiempo tan preciosos a la lectura de esta recopilación de cuentos, y por haberlo uilizado como título para esa declaración de principios: «como a todos esos grandes que solo conocemos nosotros, -los frikis de los blogs y de la autopublicación-» Si formamos una raza aparte, de la que el stablishment tiene miedo, aunque la vicepresidenta de este ingobierno nos designe como cobardes anónimos. No nos ocultamos, estamos en las redes y en los bloggs, y en todos aquellos espacios que se nos permiten, con nombre y apellidos, y sin un aparato de poder tras el cual escudarse y justificarse como una patética cobarde. Lo siento, me he dejado llevar. Gracias por tu atención y por la difusión de tu pensamiento. Un abrazo.
Los relatos de Josep son ácidos y tan ficticios como la vida misma. Cuando acabes con los «brutos» te recomiendo que sigas con los escritos «desde el asombro». Pocas plumas tan certeras como la suya encontrarás en la red. Un abrazo.
Seguiré tu consejo Benjamín.
Un abrazo
Muy bueno, Mechas.
Un abrazo y buen fin de semana para vos, Aquileana 😀
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LO he retuiteado para que salga el 25, con tu permiso o sin él. Un montón de gracias