De nuevo termina una semana cuya alegórico final debería comenzar por un enervado “por fin” y sin embargo procuro todo lo contrario. Sé que mañana y el resto de los días hasta que acabe el mes serán iguales, el dolor irá y vendrá a su antojo por un cuerpo narcotizado en demasía para no dejarse llevar por la desesperación, exento de fuerzas maléficas que lo empujen al vacío en un acto final sublime que me aparte de este mundo.
La lucha se ha vuelto encarnizada y en los momentos de máxima desesperación, cuando el dolor se hace insoportable, los narcóticos ayudan a evadirse de la realidad y a perder de vista ese sentimiento de impotencia, ese desgaste moral, que genera el padecimiento continuo.
Y es que a pesar de todo eso, abogo por seguir viviendo, por continuar sonriendo, por sentir el frío en la madrugada… cuando me deja..
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