Esta semana me voy a poner las pilas y me voy a dedicar de lleno a San Valentín, con una serie de reflexiones espontáneas.
Es cierto, me veo pesada y es solo por estar gorda. Además el tema el peso lo llevo bien, me quiero como soy, estoy autoconvencida que si no me quiero yo, seré incapaz de provocar ese sentimiento en otra persona hacia mi. Ocurre que, debo quererme tanto que acojono a mis satélites. Siempre me pasó pero yo veo que el problema no está en la apariencia física: cincuenta mil son más voluminosos o menos bonicos y se sienten queridos o se enamoran o cosas de esas. Debe estar ahí el asunto, aunque el amor entre por los sentidos terrenales siempre hay un momento en el cual se pierde la explicación y también supongo que donde desaparezco yo.
Como decía la película, «no es país para viejos», en mi caso, tampoco para jóvenes, ni para fuertes, ni para nada, es otra dimensión, algo así como un repudio integral de tapadillo a la dependencia
Ahora ya no existen agresiones a la rebeldía, ahora te conviertes en un cadáver y no social precisamente, quizá por ello hay en el ambiente una especie de alarma al enamoramiento, como si la vida pudiera irse en uno de ellos.
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