Recuerdo una película del año 1957 protagonizada por Joanne WoodWard -premiada con un Oscar como mejor actriz- en la que la protagonista, iba desarrollando diferentes personalidades a causa de una enfermedad mental.
La Eva que yo conocí y a la cual dedico estas líneas, tenía dos mujeres en ella misma. Una joven soñadora que se convertía en una joven arisca y aparentemente antisocial.
Deseo que el reloj dé las siete
Para salir corriendo hasta la torre
Sentarme a tu lado y mirarte
Rozar tu mano y acariciarte
Perderme en tu mirada celeste
Sentir tu aroma, agreste
Cerrar los ojos y sentirte
Mientras me abrazas fuerte.
Deseaba que el tiempo se parara
Que no tuviera que salir de la oficina
Quedarme allí, sola y protegida
La puerta estaría cerrada
A cal y canto echada la cancela
Y yo esperando allí sola
La llegada del nuevo día.