Son muchas las veces las que tras terminar un libro digo «por fín terminé…»
Hoy con pena, y no solo porque nos dejó Jorge, debo decir que acabé de leer «Negra Guacha».
Y lo digo por pena no por la crudeza de lo que que allí se narra, y tampoco por dejar de disfrutar de la maestría de la pluma de Alejandro Crimi, que página a página nos va relatando en primera persona la historia de Ada Matus. Mi pena es la de un haberme sabido a poco, pese a lo importante y denso de todo lo que en esas páginas uno aprende, un quedarse con gana de leer más, de descubrir en cada revés una nueva forma de adherirse a la vida, un no conformarse con sobrevivir cuando es la vida lo que está en juego.
No quedé insensible, ¿Cómo podría?.
Toda una lección de vida para la propia vida, una oda en prosa inteligente, al alcance de todo aquel que decida sumergirse en ella e impregnarse de su fuerza.