Hace unos minutos terminé mi última lectura. Se trata de Barridos por el salitre. Lo cierto es que llamó mi atención después de leer Los círculos del alma.
Aunque el estilo literario es el mismo, ambas obras no tienen nada que ver en temática ni valor emocional. Hay que interpretar de forma muy profunda el relato para volver a encontrar esa marca de autor que transmite en sus historias la vida en forma de mareas marinas, que van y vienen, se entrelazan caprichosas, como el mismísimo destino, ese que está amagado a la vuelta de la esquina dispuesto a darnos una sorpresa tras otra.
Hay algo que ha llamado mi atención en Barridos por el salitre, algo que saca la trama del puro género romántico convirtiéndolo, en esta ocasión en una auténtica muestra de una época social, madre del descalabro de nuestro actual sistema a todos los niveles.
De manera elegante aborda el fantasma, del ladrillazo, ese verdugo social que se presentó como angel redentor de una sociedad cansada de dar palos de ciego a la fortuna, sin hallar más que míseros cobros a tanta dedicación.
Son muchas las historias similares las que he conocido y es por ello que, lejos de parecerme algo inverosímil y rocambolesco, la siento real y elegantemente contada.
El dinero fácil -para algunos- nos convirtió a una gran mayoría, en triunfadores fútiles, en muñecos rotos de una economía ficticia que se hizo tan real, tanto, que algunos creyeron tocar, de la misma forma, que tras la caída de los castillos, esos mismos entraron en el infierno de las miserias humanas.