Son muchas las veces en las que el cielo es guía del desarrollo de los días.
Como todas las mañanas, saludó la nueva luz y dio gracias por ella a la madre naturaleza. El suelo estaba mojado, parecía haber llovido durante la noche, aunque el aire seco y frío, daba cuenta de un sol que se escondía tras la macabra nube, esa que horas más tarde, trajo al viento transgresor de brisas, rompedor de gregales y de vidas.
Su piel se erizó ante el presagio de catástrofe que como un rayo, atravesó su mente dejando un dolor inmenso en su lado derecho. Por un instante, la maga llegó a pensar que era a ella a quien, el gélido y cortante viento del norte, había venido a llevarse.
No era así, como en otras tantas ocasiones, se había equivocado y, viendo que seguía allí, de nuevo dio gracias al cielo, aunque siguió esperando, como siempre lo hace, con su continuo tormento, a ver que era lo que hoy, le traía el viento.